El Gobierno que merecemos, una Democracia verdadera.

Por Lic. Lorenzo Bencosme.

No quepa la menor duda, que en esta etapa de la Crisis Financiera Mundial, en la cual, nuestro País ha sido arropado por la deficiencia del gobierno de turno para enfrentarla, todas las miradas están fijas sobre lo que podría ser un Estado paternalista y de apariencia humanitaria para cargarle la trágica situación del alto costo de la vida, el desempleo y el incremento de la sádica pobreza. Tal actitud nos hace recordar el viejo “Estado Benefactor,” del cual se espera recibir las prometidas respuestas y soluciones a los insoportables problemas que por siglos hemos padecidos los/as dominicanas porque esas expectativas, obviamente, no han sido satisfechas, debido a la indiferencia y la ausencia de voluntad política de los que nos han gobernados.
Por otro lado, los Funcionarios del gobierno no han perdido la oportunidad de apostar y lidiar con las catástrofes naturales y económicas para aprovechar las favorables coyunturas que se presentan para mostrarse como el “Estado salvador” de toda necesidad y problema que se encuentre. Sin embargo, tantas vocinglerías, demagogia, “aguaje populista” e intervencionismo, en lugar de dirigirse hacia el continuismo politiquero, mejor debe ser orientado y canalizado en función a un "modelo de “Gobierno que garantice bienestar” y prosperidad. Porque de lo contrario corremos el riesgo de continuar en la inercia político-social “arando en el Mar” y “ladrándole a la Luna”.

En ese orden, pienso que estamos en el mejor de los momentos, en el más apto terreno y en el justo y preciso espacio para realizar el "eterno sueño" y aterrizar en la pista del "Gobierno que nuestro País aspira y se merece". La teoría política nos señala cual es la médula principal y las características del Estado que merecemos. Podemos destacar el enfoque que nos muestra el modelo que se instaló con la Revolución Francesa y el proceso histórico de desarrollo de la gran Revolución industrial en Inglaterra donde se originó el modelo Liberal el cual consiste en que el Estado no debe intervenir en el Mercado, porque éste contiene elementos que son esenciales para su auto regulación, mediante el mecanismo jurídico-político institucional que puede garantizar un orden de derechos.

Otra posición, contraria a la anterior es que a causa de la Gran Depresión en el 1930, se impuso el Intervencionismo estatal, la cual consiste en que el Estado tiene que intervenir en el Mercado porque las leyes que lo rigen son muy vulnerables y deficientes para auto regularse y controlar el sistema del libre cambio y de la libre competencia.

Tenemos ante si diversas posiciones sobre el Estado. También se inscribe en el análisis el planteamiento que el Estado es un instrumento de dominio y coacción, a la vez es un sujeto de mediación entre la clase gobernante y las clases gobernadas. Es capaz de vincular las diferentes clases sociales de la sociedad a través de un conjunto de aparatos estatales encabezados por una orgánica élite burocrática depredadora, para garantizar el orden establecido.

Fijamos el pensamiento hacia el gobierno que merecemos

A partir de la década de los años 60s, con el derrocamiento de la dictadura Trujillista, la democracia ya era la única alternativa. Sin embargo, tuvimos el primer aborto provocado con el fatal golpe de Estado al Prof. Juan Bosch el 25 de septiembre del 1963, la instalación del gobierno de facto del nefasto Triunvirato, la repuesta de la insurrección guerrillera en la heroica Montaña la Manacla que encabezó el Líder del 14 de Junio Manolo Tavares Justo, secundada por la Revuelta del 24 de Abril del 1965 y luego, la instalación el 16 de mayo del 1966 del 1er gobierno de 12 años, con su consecutivas reelecciones, del Dr. Joaquín Balaguer.
Dos décadas después del sufragado inicio de la transición a la democracia, los resultados han sido contradictorios. Por un lado, se han establecidos las elecciones como los mecanismos más viables para escoger y legitimar a las autoridades representativas de los poderes públicos, por otro, la credibilidad y resultados del sistema democrático, en muchos modos y aspectos, no son del todo satisfactorios.
Los niveles públicos de afección a la democracia en nuestro país son muy preocupantes por las debilidades de las instituciones y deficiencias antes los servicios públicos. Otra preocupación es la bochornosa corrupción, los bajos niveles de participación y las apatías institucionales e inconducentes para desarrollar políticas públicas bien fundamentadas y una adecuada rendición de cuentas por parte de las autoridades, dejan indudables evidencias, claras y de indiscutibles desdén en la visión que se tiene de la democracia. Los pírricos resultados económicos en nuestro país han debilitado los principios y fundamentos de la lógica del sistema democrático.
Si hicieron dos décadas (1978), con el ascenso del gobierno de Don Antonio Guzmán, la preocupación de nuestro Pueblo consistía en hacer posible dicha transición a la democracia, 40 años después (2008) el principal desafío debió ser alcanzar y asegurar la gobernabilidad democrática. Pero, enfrentamos la injustificada reelección que en nada ha contribuido a establecer y consolidar el “Gobierno que merecemos”. Evidentemente, observamos el deterioro de los Partidos Políticos tradicionales artífices del sistema político imperante que no muestran, ni en lo más mínimo, señales clara de superación en su crónica orgía canina y depredadora. Si logramos que, por lo menos, uno de nuestros Partidos cambie y se coloque acorde con el proceso de cambio que demanda la población y que irreversiblemente se impondrá porque está determinado por la historia y la necesidad social podremos disfrutar del Gobierno que en realidad merecemos.

La democracia debe ser un sistema “autosustentable” capaz de producir los verdaderos cambios y soluciones concretas para los ciudadanos. Sólo en la medida que su ejercicio contribuya a fortalecer el sistema democrático, éste será una bendición virtuosa que pueda producir tantos resultados concretos para la Sociedad Civil, como para la Clase Política y el sistema de gobierno de la Nación.

La consolidación de un gobierno democrático en un contexto favorable para la aparición en la República Dominicana de un liderazgo sólido y con liquidez real en la voluntad política, radica en plantear y ejecutar un amplio, efectivo y verdadero programa de reivindicaciones bajo el Fuero de la Democracia no solo política sino también económica y social.

La gobernabilidad enfrenta un difícil desafío, pero se enciende una luz de esperanza y se abre una puerta de oportunidades cuando emerge ese tipo de liderazgo, legitimado a través de la voluntad popular en un democrático consenso. Al discutir cómo esto ocurre, planteamos mecanismos que pueden contribuir a consolidar el “Gobierno que merecemos” que fortalezca las instituciones para así reducir la continuidad que provoca el atraso económico y que en cambio produzca el bienestar, la prosperidad, el éxito de una buena y sana administración, en un decidido y valiente desafío a la falsa política del “liderazgo populista, demagogo y charlatán”.

Un problema urgente que tenemos que enfrentar con heroísmo en primera instancia es la corrupción, pero no se puede combatir con un limitado número de estrechos componentes representativos y participativos de la democracia pluralista, es mejor alegar que el más efectivo remedio está en la consolidación de instituciones serias, políticas-jurídicas fuertes, intolerables con los actos dolosos y criminales que atrofian el desarrollo de la Democracia.

En vista de los diversos enjuiciamientos, lo más comprensible, por supuesto, es plantear un Estado limitado en funciones, con instituciones fuertes que puedan hacer cumplir las leyes y garantice el Estado de Derechos. En ese contexto, los que promovemos las ideas democráticas en nuestra República Dominicana pensamos que la consideración de que el Estado sólo será bien fuerte en tanto pueda lograr limitarse a cumplir las funciones de Justicia, es decir, igualdad de Derecho, Defensa de la Soberanía Nacional, garantizar la seguridad ciudadana, suplir y propiciar Infraestructura a través de una sana y bien formulada política de inversión Públicas y otra de inversión social que priorice la Educación, la Salud, la alimentación, la vivienda, el combate a la pobreza y el saneamiento al medio ambiente.

En el caso del sistema de Mercado, éste debe ser libre de toda intervención estatal, pero para que esto funcione se debe contar con un eficiente Poder Legislativo que promulgue Leyes a favor del interés del País y también con un poder Judicial que pueda hacer respetar y cumplir las leyes y evitar todo tipo favoritismo y de injustas transgresiones a los individuos. En ese criterio, creo que el Estado puede y debe crear mecanismos de protección a la inversión corporativa. Al mismo tiempo contar con instituciones que manejen la protección social con equidad y transparencia.
Según la CEPAL,” la crisis económica nos pone encima su aplastante peso para que reflexionemos sobre el financiamiento de la protección social desde una perspectiva de derechos, equidad social, humanitaria y solidaria. Para detener el incremento de la pobreza, la indigencia y la pauperización de sectores medios que se ven, en todo caso, obligados a la desocupación, se hace necesario, impostergable e importante patrocinar la promoción de recursos humanos para aumentar y fortalecer la débil estructura laboral con el propósito de disminuir el desempleo, así como proteger a los niños, jóvenes, madres solteras, ancianos y a otros sectores vulnerables de la población, mediante la captación de recursos y la transferencias de ingresos”.
Los expertos recomiendan fortalecer la protección social en sus distintas ramas y dimensiones: salud, pensiones, programas de transferencias de fondos para velar por la población pobre y vulnerable. Ellos sugieren medidas que sin ningún tropiezo incluyan aportes fiscales directos del Estado para la atención de salud de los más pobres, subsidios para subsanar y ampliar la cobertura social en los servicios públicos, o el establecimiento de paquetes básicos de prestaciones garantizadas para toda la población que tengan en cuenta las necesidades, haciendo hincapiés, en los niños, en los ancianos y en la suerte de las desempleadas madres solteras. Ahí está el Gobierno que merecemos.
El autor de este trabajo es Politólogo y Periodista. Director del Noticiero de la Estación www.rdradiony.com y del Periódico www.periodistanews.com

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