La Cuestión del Mapa morado y el partidismo en la Rep. Dominicana.

Por Lic. Lorenzo Bencosme.
El mapa morado como se ha pintado el panorama Nacional, el cual fue el resultado de las pasadas elecciones donde el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, se impuso de manera aplastante, no ha sido el resultado de la libérrima voluntad popular, sino como el intento amenazante de aniquilar el más grande Partido del País, el Partido Revolucionario Dominicana, PRD, y con él el Sistema de Partidos Políticos, elemento primordial de la Democracia Representativa.
Según algunas encuestas efectuadas por las más prestigiosas y confiables encuestadoras, el PRD, estaba favorito para ganar en 14 Provincias, el PLD en 12 y en 5 presentaban virtuales empates. Resulta que a pocos días de las elecciones una de las encuestadoras favorece al PLD con 28 Provincias, desdiciendo así, encuestas realizadas por otras entidades certeras, desde luego, fue una conjura anunciada.
No refiero nombres de encuestadoras por asunto de ética. Ni tampoco, niego el carácter científico de la encuesta, ni su procedimiento, ni sus métodos y herramientas técnicas. Pero sus resultados son hipotéticos, son como aproximaciones a la realidad cambiante.
Lo que se vislumbra no puede verse como un triunfo del PLD, ni un premio de gracia a la grotesca gestión de su gobierno, véase, más bien, como una reafirmación del Sistema que bastante denunciaron el Profesor Juan Bosch, el Dr. Peña Gómez y otros prestantes revolucionarios en la lucha que tantas vidas costó a nuestro Pueblo para que se produjera un cambio en la calidad de vida y un adelanto hacia un verdadero bienestar colectivo.
En este Sistema conviven dialécticamente dos Bloques en unidad y lucha de contrarios, planteado por Antonio Gramsci. El Bloque de la clase dominante compuesto por la Oligarquía, por un lado, por el otro, de la clase y sectores subalternas, donde el Estado, “conjunto de aparatos de dominio y coacción”, juega un rol de mediador, cuyo propósito es vincular las clases subalternas a la lógica del Sistema para detener su desarrollo y su avance revolucionario, a través de los Partidos que son partes orgánicas de dicho aparato estatal. El PLD abandonó los Principios que motivaron su nacimiento y se integró a dicha lógica del Sistema. Esto puede verse en el trayecto histórico de 1973 a 1996 cuando el Frente Patriótico llevó el PLD al Poder.
El Sistema Capitalista Neo-Liberal, de economía de mercado, se sostiene de la libre competencia, sobre la base de la explotación del trabajo asalariado y la acumulación de riquezas, por consiguiente, en los Países como el nuestro, el Estado es el sujeto más ideal para dicha práctica, por lo cual, se articulan los sectores de la clase dominante, este como eje central que garantiza la unidad de dicho bloque de Poder desarrollando corrientes ideológicas. Las cuales se “transforman en partidos, entran en conflicto y confrontación, hasta que sólo una de ellas, o al menos una sola combinación, tiende a prevalecer, imponiéndose y propagándose a través de la sociedad. De este modo, consigue no sólo una unificación de los objetivos económicos y políticos, sino también la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones sobre las que surge la lucha no en un plano corporativista, sino universal. Crea así la hegemonía de un grupo social fundamental (oligarca) sobre una serie de grupos subordinados” (la clase trabajadora y sectores).
La llave Maestra del continuismo de los gobiernos del Dr. Balaguer fue su magistral manejo de la actividad macroeconómica en una clásica economía Subdesarrollada como la de nuestro País, en que el Estado tiene la mayor parte de los empleados/as, absorbe las cargas del desempleo con los subsidios, ya que las escasas Industrias y Empresas no tienen la capacidad de recibir el numeroso ejercito de desempleados y la enorme migración del campesinado. El Dr. Balaguer aplicaba políticas públicas de inversión social y redistribución de Fondos Públicas en las dadivas de las famosas “Botellas”.
El kid del asunto es, que para el Dr. Leonel Fernández y el PLD mantenerse más allá del límite establecido, le ha sido fácil, ya que garantizar y mantener la Estabilidad Macroeconómica, es la misión principal de los que aspiren a sentarse en la “Silla de Alfileres”. Qué quiere decir, las grandes Compañía Transnacionales y la Oligarquía Financiera, la que ejerce la Hegemonía del Bloque dominante, solo le interesa dicha establidad.
Por eso, los medios utilizados por el PLD para imponerse en las elecciones, cuentan con el apoyo de la Oligarquía y Poderes extraños. No es casual, ni nos tiene que sorprender que amanezcamos con el Mapa del País pintado de morado, aunque con un enfoque diferente el Profesor Juan Bosch lo soñó, pero sin alianza con la Oligarquía.
Por tal razón, para obtener esa apabullante mayoría en el Congreso, el Presidente, Dr. Leonel Fernández, sus Funcionarios y el PLD, se remitieron al estilo más peculiar del continuismo impropio, las más variadas formas de violaciones a los reglamentos electorales y a las Fundamentales normas de coexistencia democrática de los Partidos del actual sistema político que rige la estructura económica y la Superestructura política, jurídica y cultural de la Sociedad dominicana.
El PRD, cuya estrategia se caracterizó por ser floja y vacilante, por no contener, ni en lo más mínimo, un plan fuerte de oposición militante al gobierno, ni recoger las demandas del pueblo que clama reivindicaciones, ni establecer alianzas sociales con las Organizaciones de trabajadores, de los Profesionales, magisteriales, estudiantiles, y campesinas. Pese a que mostró excelentes Liderazgos municipales, no logró una unidad interna capáz de articularlos, ni extender hacia las Provincias el arraigo de dichos Liderazgos.
El pasado proceso electoral nos señala un espejismo de promesas y de vanas ilusiones y nos sumerge en un pantano de inseguridad Institucional y a un castrado sistema democrático, donde las elecciones continúan siendo los más duros golpes traumáticos en la pista del pluralismo incierto. La más comprometida en el parcial juicio histórico lo es la JCE, acomodando el bajo perfil de la democracia con el derroche excesivamente del presupuesto que le asigna, para que promueba la deficiencia, la inaficacia en el manejo del arbitraje, la desigualdad y la submición al Jefe del Poder Ejecutivo.

En conclusión. El mapa que se observa es de color transparente, es el de la abstención, las provincias con más volumen poblacional y electoral y de más actividades económicas, empresariales e industriales exhiben un manto de incredulidad y desconfianza en la población alrededor de un 49% y un 66%.

Por tanto, con la abstención se nota un rechazo a la inconpetencia y se manisfiesta un desprecio notable, a la burda politiquería que aun persiste en esta era de la gran Tecnología arrastrando el lastre del funesto pasado de las dictaduras, los regímenes despóticos, represivos y criminales .
El mapa que se pinta es el de una crisis de representatividad, en la que la ciudadanía solo verá decisiones a favor de ambiciones grupales. Crisis de la gobernabilidad en la que el Poder Ejecutivo tendrá el control absoluto de los demás Poderes y pondrá los mecanismos institucionales a su favor, es decir, tendrá el Congreso, la Justicia, La Cámara de Cuentas y la Junta Central Electoral. Ningunas de estas Instituciones pueden ser creibles “mecanismos que garanticen la transparencia, ni frenar la corrupción y la impunidad, ante un poderque se perfila de superpotente que carece de límites y controles”.

El Autor es Politólogo y Periodista

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