El perfil del auténtico político que aspira a representarnos.
Por Lic. Lorenzo Bencosme. Febrero 20 del 2010
De acuerdo con los principios de la ética Política y las enseñanzas bíblicas debe ser definido el perfil del político contemporáneo. La actuación del político debe estar regida por la integridad moral, el supremo compromiso de la lucha contra las injusticias y el sano juicio para enfocar las necesidades de las gentes y de las Comunidades así como también, “el reconocimiento de la Libertades Públicas y de los derechos inalienables de las personas humanas”.
Desarrollar el perfil ideal del político, de un ser que no existe en la realidad o de los que hay muy pocos, como sería el caso, por ejemplo, del “Héroe desconocido”, quien ha emergido de las entrañas de la Comunidad con virtudes, nobles ideales, generosidad y cualidades excepcionales que lo definen y califican para ser un genuino representante que la Comunidad lo haya reconocido y desde luego, debe ser, sin lugar a duda, uno de los más íntegros que en su corta o larga trayectoria le haya servido a la comunidad.
“El modelo de vida (del político) debería ser el actuar con Dignidad, Justicia y Respeto en el marco de la Sociedad Política y en la Sociedad Civil. Una actuación regido por una perfecta integridad moral, por enérgicos Principios y un impostergable, decidido y firme compromiso con los mejores intereses de su Pueblo”, “entre las condiciones, cualidades y virtudes morales que hacen luminosa la actitud y acción del político justo, se destacan la sabiduría que ayuda a comprender y a juzgar rectamente; la pureza de corazón, de los sentimientos frente a la vida. Por último, la integridad de la conciencia que no acepta ni tolera compromisos con la maldad, la mentira y la corrupción”.
Sabemos muy bien cómo son los políticos en la realidad (politiqueros), sobre todo, en países donde los conflictos por el poder han devastado la base material y productiva de la sociedad, pero también los valores y principios éticos de las personas. Y en efecto, se imponen e imperan el cinismo, la demagogia, la traición, la mentira, la codicia, la más dañina ambición desmedida, el egoísmo, la inescrupulosidad y el afán de hacer fortuna a cualquier costo incluyendo los recursos públicos en perjuicio del interés del bien común.
Pero es obvio que si nos proponemos proyectar la imagen pública exhibiendo un perfil por encima del político común como un ideal que se debe propugnar para motivar a la gente a escoger al mejor de sus representantes, es decir, para que traten de elegir a la persona que sí se guía por principios éticos y que tiene vocación de servicio, y no así a quienes ven las posiciones sólo como medios de enriquecimiento personal. O sea, estas cualidades éticas de nuestros Políticos y servidores comunitarios son los que hacen de ellos ciudadanos excepcionales, que seguro ejecutarán un mejor ejercicio de la función administrativa, comunitaria, política y legislativa.
Se suele decir que la política no es tarea de santos ángeles. Y es cierto. Pero también, es bien comprensible que así sea, pues el poder está sustentado en toda clase de vanidades y de tentaciones y es una actividad corruptora por su propia naturaleza. De allí proviene una verdad de validez universal la frase axiomática del estadista británico, Lord Acton, (John Francis, 1776-1835), de que “el poder corrompe y cuando se ejerce en lo absoluto corrompe absolutamente”. También Maquiavelo estableció, “si quiere conocer a un ser humano dale poder y lo tendrá de enemigo”. Ahí se erige el refugio de la ingratitud.
Pero también por ser actividades humanas, la política y el ejercicio del poder son, en todo caso, tangibles, perfectibles y glorificante, siempre que se tenga la buena voluntad y quieran hacer esfuerzos reales y sinceros por sanear el ejercicio público y dignificarlo.
La perseverancia y la constancia, en realidad, son cualidades, además de ser necesaria en el político, son indispensable en la vida de todo ser humano, nuestra Comunidad está llena de brillantes inteligencias perdidas por falta de fe en los representantes, por eso es que vemos deambular en los ambientes artísticos e intelectuales una pléyade de valiosos talentos, dotados de iniciativa y creatividad pero vanamente esforzados por no contar con el apoyo necesario, entonces su buena intención infructuosamente no alcanzan a cuajar una obra que se proyecte a si misma a ser perdurable. También, están presentes los bucaneros del arte, poetas, prosistas, ensayistas, escritores de cuentos, relatos, los Comunicadores y los genios inéditos.
En política la inestabilidad es sencillamente mortal, pero aun así, la historia está repleta de grandes y perseverantes Personajes Políticos que a pesar de todas las adversidades y tropiezos terminan por alcanzar el disputable poder, dejando huellas imborrables y que perduran en el espacio y tiempo.
Conclusión. En su perfil el político debe mostrar una sana y modesta condición vital para la mejor comprensión de su rol, la intelectual. La esencia del conocimiento es la conciencia de la causa que defiende y sus propias limitaciones y circunstancias que tiene el ser humano, las múltiples relaciones y determinaciones, la complejidad de la vida actual y el universo del conocimiento, que hacen al hombre verdaderamente seguro de sus cualidades, de su formación y no vacilar estar abierto a otras corrientes ideológicas del pensamiento y dispuesto a debatir con otros enfoques contrarios sin importar espacio y tiempo.
La inmensa mayoría de los Ciudadanos/as de nuestro tiempo creemos y deseamos una renovación cualitativa de la clase dirigente, porque hemos perdido la confianza en sus promesas por su actuación, siempre a espalda de los que los eligieron, pero tenemos que integrarnos a la participación para hacerlos cambiar, tenemos que decidir por nosotros mismos, no son las dudosas y volátiles encuestas las que tienen que crear el ambiente de preferencias y decidir por nosotros la persona que designaremos y que sean garantes del destino de la Nación. Quien aspira a representarnos tendrá, primero que nada, tratar de convencernos y para ello tendremos que conocerlo muy bien tanto en su trayectoria como las alternativas que nos ofrezca, el equipo que lo acompañe, nadie que muestre un pensamiento oculto, inédito podrá confundir nuestras aspiraciones.
Nadie tiene derecho a pedir apoyo si desconocemos su visión de futuro, su proyecto político. No podemos darnos el lujo de jugarnos el destino colectivo, es una tarea impostergable para el país, consciente de desenmascarar a los farsantes y descubrir los auténticos valores, aquellos en quienes confluyan las cualidades del estadista, dotados para la acción constructiva, capaces de rectificar y de reconocer su errores, en dado caso sea necesario, dando ejemplo de confiabilidad y de legítima trascendencia histórica, que constituyan una alternativa válida y una valida garantía para los intereses colectivos.
El autor es Politólogo y Periodista.
De acuerdo con los principios de la ética Política y las enseñanzas bíblicas debe ser definido el perfil del político contemporáneo. La actuación del político debe estar regida por la integridad moral, el supremo compromiso de la lucha contra las injusticias y el sano juicio para enfocar las necesidades de las gentes y de las Comunidades así como también, “el reconocimiento de la Libertades Públicas y de los derechos inalienables de las personas humanas”.
Desarrollar el perfil ideal del político, de un ser que no existe en la realidad o de los que hay muy pocos, como sería el caso, por ejemplo, del “Héroe desconocido”, quien ha emergido de las entrañas de la Comunidad con virtudes, nobles ideales, generosidad y cualidades excepcionales que lo definen y califican para ser un genuino representante que la Comunidad lo haya reconocido y desde luego, debe ser, sin lugar a duda, uno de los más íntegros que en su corta o larga trayectoria le haya servido a la comunidad.
“El modelo de vida (del político) debería ser el actuar con Dignidad, Justicia y Respeto en el marco de la Sociedad Política y en la Sociedad Civil. Una actuación regido por una perfecta integridad moral, por enérgicos Principios y un impostergable, decidido y firme compromiso con los mejores intereses de su Pueblo”, “entre las condiciones, cualidades y virtudes morales que hacen luminosa la actitud y acción del político justo, se destacan la sabiduría que ayuda a comprender y a juzgar rectamente; la pureza de corazón, de los sentimientos frente a la vida. Por último, la integridad de la conciencia que no acepta ni tolera compromisos con la maldad, la mentira y la corrupción”.
Sabemos muy bien cómo son los políticos en la realidad (politiqueros), sobre todo, en países donde los conflictos por el poder han devastado la base material y productiva de la sociedad, pero también los valores y principios éticos de las personas. Y en efecto, se imponen e imperan el cinismo, la demagogia, la traición, la mentira, la codicia, la más dañina ambición desmedida, el egoísmo, la inescrupulosidad y el afán de hacer fortuna a cualquier costo incluyendo los recursos públicos en perjuicio del interés del bien común.
Pero es obvio que si nos proponemos proyectar la imagen pública exhibiendo un perfil por encima del político común como un ideal que se debe propugnar para motivar a la gente a escoger al mejor de sus representantes, es decir, para que traten de elegir a la persona que sí se guía por principios éticos y que tiene vocación de servicio, y no así a quienes ven las posiciones sólo como medios de enriquecimiento personal. O sea, estas cualidades éticas de nuestros Políticos y servidores comunitarios son los que hacen de ellos ciudadanos excepcionales, que seguro ejecutarán un mejor ejercicio de la función administrativa, comunitaria, política y legislativa.
Se suele decir que la política no es tarea de santos ángeles. Y es cierto. Pero también, es bien comprensible que así sea, pues el poder está sustentado en toda clase de vanidades y de tentaciones y es una actividad corruptora por su propia naturaleza. De allí proviene una verdad de validez universal la frase axiomática del estadista británico, Lord Acton, (John Francis, 1776-1835), de que “el poder corrompe y cuando se ejerce en lo absoluto corrompe absolutamente”. También Maquiavelo estableció, “si quiere conocer a un ser humano dale poder y lo tendrá de enemigo”. Ahí se erige el refugio de la ingratitud.
Pero también por ser actividades humanas, la política y el ejercicio del poder son, en todo caso, tangibles, perfectibles y glorificante, siempre que se tenga la buena voluntad y quieran hacer esfuerzos reales y sinceros por sanear el ejercicio público y dignificarlo.
La perseverancia y la constancia, en realidad, son cualidades, además de ser necesaria en el político, son indispensable en la vida de todo ser humano, nuestra Comunidad está llena de brillantes inteligencias perdidas por falta de fe en los representantes, por eso es que vemos deambular en los ambientes artísticos e intelectuales una pléyade de valiosos talentos, dotados de iniciativa y creatividad pero vanamente esforzados por no contar con el apoyo necesario, entonces su buena intención infructuosamente no alcanzan a cuajar una obra que se proyecte a si misma a ser perdurable. También, están presentes los bucaneros del arte, poetas, prosistas, ensayistas, escritores de cuentos, relatos, los Comunicadores y los genios inéditos.
En política la inestabilidad es sencillamente mortal, pero aun así, la historia está repleta de grandes y perseverantes Personajes Políticos que a pesar de todas las adversidades y tropiezos terminan por alcanzar el disputable poder, dejando huellas imborrables y que perduran en el espacio y tiempo.
Conclusión. En su perfil el político debe mostrar una sana y modesta condición vital para la mejor comprensión de su rol, la intelectual. La esencia del conocimiento es la conciencia de la causa que defiende y sus propias limitaciones y circunstancias que tiene el ser humano, las múltiples relaciones y determinaciones, la complejidad de la vida actual y el universo del conocimiento, que hacen al hombre verdaderamente seguro de sus cualidades, de su formación y no vacilar estar abierto a otras corrientes ideológicas del pensamiento y dispuesto a debatir con otros enfoques contrarios sin importar espacio y tiempo.
La inmensa mayoría de los Ciudadanos/as de nuestro tiempo creemos y deseamos una renovación cualitativa de la clase dirigente, porque hemos perdido la confianza en sus promesas por su actuación, siempre a espalda de los que los eligieron, pero tenemos que integrarnos a la participación para hacerlos cambiar, tenemos que decidir por nosotros mismos, no son las dudosas y volátiles encuestas las que tienen que crear el ambiente de preferencias y decidir por nosotros la persona que designaremos y que sean garantes del destino de la Nación. Quien aspira a representarnos tendrá, primero que nada, tratar de convencernos y para ello tendremos que conocerlo muy bien tanto en su trayectoria como las alternativas que nos ofrezca, el equipo que lo acompañe, nadie que muestre un pensamiento oculto, inédito podrá confundir nuestras aspiraciones.
Nadie tiene derecho a pedir apoyo si desconocemos su visión de futuro, su proyecto político. No podemos darnos el lujo de jugarnos el destino colectivo, es una tarea impostergable para el país, consciente de desenmascarar a los farsantes y descubrir los auténticos valores, aquellos en quienes confluyan las cualidades del estadista, dotados para la acción constructiva, capaces de rectificar y de reconocer su errores, en dado caso sea necesario, dando ejemplo de confiabilidad y de legítima trascendencia histórica, que constituyan una alternativa válida y una valida garantía para los intereses colectivos.
El autor es Politólogo y Periodista.
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